Cualquier persona mínimamente despierta sabe que el gangsterismo de Wall Street – y de las instituciones financieras en general – ha causado graves daños al pueblo estadounidense (y de todo el mundo). Y debería saber también que lleva haciéndolo de forma cada vez más peligrosa desde hace 30 años, a medida que su poder sobre la economía ha ido aumentando de manera radical, y con ello su poder político. Esto ha puesto en marcha un círculo vicioso que ha concentrado una riqueza inmensa, y con ella el poder político, en un minúsculo sector de la población, en una fracción de tan solo el 1%, mientras que el resto va convirtiéndose progresivamente en lo se denomina "un precario" – aquellos que intentan sobrevivir en una existencia precaria. Ellos llevan a cabo todas estas inquietantes actividades con casi completa impunidad – pues no sólo son demasiado grandes para quebrar, sino también "demasiado grandes para ser encarcelados".
Las valientes y honestas protestas en Wall Street deberían servir para poner este desastre en el punto de mira de la atención pública, originar esfuerzos destinados a superarlo y guiar a la sociedad por un camino más saludable.
Noam Chomsky
